¿A QUE NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE FANTASÍAS?
Fantasia proviene del término en latín phantasia, la raíz de la cual proviene del verbo griego (phaíno) “aparecer, mostrarse, manifestarse”. Debido a esto en muchas ocasiones utilizamos el concepto se fantasía como sinónimo de imaginación y se puede confundir fácilmente con el mundo de los sueños.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que las fantasías son una de las diferentes formas que tiene el ser humano de manifestar su sexualidad.
A menudo utilizamos indistintamente el término fantasía y deseo. Aún así, ambos conceptos significan cosas muy diferentes. Podríamos simplificar diciendo que fantasía es aquello que te gusta imaginar y soñar pero no tienes porqué querer llevarlo a cabo. En cambio deseo es aquello de lo que te gustaría hablar o intentar realizar. Las fantasías tienen que ver con lo imaginario, lo imposible, lo improbable y están dentro del mundo de placer erótico donde todo es posible y no existen riesgos. Por otro lado tenemos el deseo, el cual se relaciona con elementos específicos del mundo de la fantasía y la realidad.
¿CUANDO APARECEN?
Las primeras fantasias sexuales suelen aparecer en la adolescencia, al rededor de los 12 hasta los 19 años. En la adolescencia se producen importantes cambios en la sexualidad, por ello se hace referencia a que es una época donde se produce el despertar de la sexualidad. En la adolescencia sí aprenden y consolidan muchas de las actitudes sexuales que formarán y determinarán la vida sexual adulta, y las fantasías son una de las manifestaciones sexuales más comunes. Muchas personas las utilizan durante la masturbación, para aumentar el deseo y la excitación sexual.
FANTASIAS MAS COMUNES
Existen muchas clasificaciones según diferentes estudiosos del tema. Una de las más extendidas divide las fantasías en 4 subgrupos:
-Fantasías exploratorias (búsqueda de novedad y el sexo grupal)
-Fantasías íntimas (compromiso e intimidad con la pareja)
-Fantasías sadomasoquistas (producir o recibir dolor)
-Fantasías impersonales (objetos fetichizados como ropa o material audiovisual).
Podemos decir, simplificando, que las principales fantasías que tenemos son: trios, sexo grupal, en lugares públicos, en el trabajo, con gente uniformada (policía, bomber@, infermer@, etc.), y relacionadas con el bdsm.
¿PUEDEN GENERAR MALESTAR?
En muchas ocasiones, las fantasías sexuales no son vividas de forma placentera, sino que pueden experimentarse como algo inaceptable y provocar un gran malestar.
Como hemos comentado, en muchas ocasiones podemos fantasear cosas y situaciones que no querríamos llevar a cabo. Uno de los ejemplos mas claros es fantasear con sexo «homosexual», no significa que por ello quieras tener relaciones con personas del mismo género. Solamente es una fantasía, y con ello, muchos más aspectos como la violación, sexo en grupo, etc. Que pueden chocar con tus valores, ideas e incluso religión y por ello sentirte culpable. Hay que diferenciar la imaginación de lo real.
¿HAY DIFERENCIAS SEGÚN EL GÉNERO?
El objetivo de las fantasías es el mismo para todas las personas, conseguir placer a través de nuestra mente. Sin embargo los caminos para llegar a ello son muy distintos. Las prioridades cambian, y la forma de ordenar esas fantasías en nuestra mente si se trata de hombres o de mujeres también.
La mayoría de las fantasías de los hombres tienden a temas de dominación y poder (trío, control remoto, ver a mujeres practicando sexo). Las mujeres, sin embargo, le dan un toque diferente, más cuidado hasta el último detalle. Aún así no debemos olvidarnos que muchas de estas diferencias se ven ligadas a circunstancias sociales y políticas.
¿Si tengo fantasías es que no estoy “satisfech@” con mi pareja?
La respuesta es NO. Que un miembro de la pareja tenga fantasías no significa que haya dejado de amar y desear a su pareja o que no esté satisfecho con la relación. Las fantasías muchas veces pueden servir para iniciar o incrementar la excitación sexual.
El mundo de las fantasías, en especial las relacionadas con la sexualidad, es muy personal, lo que para uno puede resultar erótico, para el otro puede no serlo, de ahí la necesidad de que la pareja dialogue en torno a la sexualidad, sobre las necesidades, expectativas y gustos.
CONCLUSIÓN:
Es importante tener claro qué fantasear no necesariamente implica que se quiera realizar la acción en la vida real.
Lo imprescindible es saber distinguir entre lo que pertenece al terreno de la fantasía y la realidad, y siempre basar las prácticas sexuales en el consentimiento de las personas.
¡Disfrutemos de nuestras fantasías!